Con el objetivo de mantener estos valiosos y escasos recursos por el tiempo más prolongado posible, promover el reciclaje y evitar la pérdida de materiales, esto hace necesario analizar el potencial desarrollo de estrategias basadas en la EC en la región. América Latina y el Caribe, que es sin duda una de las regiones con mayor biodiversidad del mundo, pero las tasas de urbanización son muy altas y la economía está basada en productos básicos, lo que hace a la región particularmente vulnerable al cambio climático (Fundación Ellen MacArthur, 2019). Entonces, la EC representa no solamente potenciales impactos medioambientales, sino también beneficios sociales como la generación de empleo y promover el enfoque de género.
¿Cuáles son los países más avanzados en la implementación de una economía circular en Latam?
En la región, hay distintos niveles de avance en cuanto a estrategias circulares. Por ejemplo, los adoptadores tempranos como Chile y Uruguay, han incluido en sus NDCs a la EC como el eje transversal para que los países logren las metas establecidas en el Acuerdo de París. Los NDCs son las Contribuciones Determinadas a Nivel Nacional y representan los compromisos voluntarios en términos de acción climática que asume cada país ante la comunidad internacional, en el marco del Acuerdo de París.
Los gobiernos de Colombia, Chile, Ecuador, Perú y Uruguay han desarrollado o están planificando una hoja de ruta hacia la economía circular y en el caso de Colombia y Uruguay, además poseen estrategias Nacionales de Economía Circular. Por otra parte, Brasil, Colombia, Chile, Costa Rica, Honduras, México, Perú y Uruguay han creado sistemas para desarrollar la Ley de Responsabilidad Extendida del Productor (REP), en mayor o menor grado, para una serie de categorías de productos, incluyendo los residuos eléctricos y electrónicos, las pilas y los neumáticos, entre otros.
Dentro de la región, Costa Rica, Brasil y Chile son los países que están mejor preparados para enfrentar la cuarta revolución industrial y beneficiarse de sus oportunidades (Schröder et al., 2020). Un análisis de la EC en la región publicado por CTCN en 2020 presenta el potencial de circularidad en Brasil, Chile, México y Uruguay. Brasil tiene como objetivo crear una hoja de ruta general para implementar estrategias circulares a nivel país, lo mismo Chile. México por su parte enfoca sus esfuerzos en mitigar el cambio climático y en crear empleos. Por último, de acuerdo al mismo informe, Uruguay ha incorporado estrategias circulares generales en el país y ha centrado esfuerzos en la circularidad de las industrias de productos lácteos y de la carne de bovino.
La transición hacia una EC está directamente relacionada con la digitalización. En este contexto, México, Colombia, Brasil y Bolivia son considerados como países emergentes que están innovando rápidamente (Schröder et al., 2020). Sin embargo, para lograr esta transición es necesario contar con políticas públicas para garantizar que las nuevas tecnologías sean adoptadas por grandes y pequeños.
Chile es el país de la región con más iniciativas públicas para promover la transición hacia una EC y se ha destacado por sus estrategias para fomentar las prácticas circulares en la industria minera y de la construcción, y reducir el uso de plásticos vírgenes.
En Chile se desarrolla un proceso vigoroso de avance hacia la Economía Circular. En 2021 lanzaron la Hoja de Ruta de la EC “Chile sin basura” y en 2020 la Hoja de Ruta del Pacto de los Plásticos, para avanzar hacia una EC de estos materiales. y desde la Oficina de Estudios y Políticas Agrarias del Ministerio de Agricultura del Gobierno de Chile se realizó el “Estudio Economía Circular en el Sector Agroalimentario Chileno”, que muestra los avances en el sector.
En la Hoja de Ruta Nacional se definieron un total de 92 acciones, que se agrupan en cuatro grandes líneas de acción: la innovación circular, la cultura circular, la regulación circular y los territorios circulares. Esta hoja de ruta plantea siete metas, divididas en cuatro ámbitos clave, con un horizonte al 2040 y un objetivo intermedio al 2030. La primera meta es que la economía circular genere 180 mil nuevos empleos al 2040 (100 mil al 2030). La segunda meta es que al 2040, la generación de residuos domiciliarios per cápita se haya reducido en un 25% (10% al 2030). La tercera es que la tasa de reciclaje de residuos domiciliarios alcance el 65% en 2040 (30% al 2030).
El cuarto objetivo es que el 2040 la productividad material del país haya aumentado en un 60% (30% al 2030). La quinta meta es que el 2040 la generación de residuos por unidad de producto interno bruto se haya reducido en un 30% (15% al 2030). La sexta es que al 2040 la tasa general de reciclaje haya alcanzado un 75% (40% al 2030). La última gran meta establecida en la hoja de ruta es que al 2040 se hayan eliminado el 90% de los vertederos ilegales del país, y que al año 2030 esta reducción ya haya llegado al 50%.
Chile al igual que los otros países latinoamericanos, atraviesa por un periodo de profunda transformación, causado por la combinación de una crisis climática, una crisis social latente agudizada por la actual emergencia sanitaria y por una crisis económica que se estima será de mediano plazo, el cual puede atravesar de mejor manera en la medida que apalanque su avance en una economía baja en emisiones.